viernes, 26 de marzo de 2010

El retorno

Bueno, pues escribo este post con el único objeto de informar de que este blog se queda en descanso durante unos días. Concretamente durante los días en que yo vuelvo a Salamanca a pasar las vacaciones.
Lo cierto es que nunca pensé que llegaría a echar tanto de menos aquella ciudad tan lamentable en tantos aspectos. Pero estando lejos es cuando valoras todas esas pequeñas bobadas que hacen que tu ciudad sea, buena o mala, pero al fin y al cabo eso... TU ciudad. Tu lugar, tus bares, tu gente, tus recuerdos. Mierda, tu sitio.
Creo que lo primero que haré será irme de pinchos por Van Dick... y luego de borrachera. Hay muchos sitios que merecen mi atención: Puccini, para los litros de primera hora; bolero para los chupitos de después, pa'ki pa'lla para el grueso de la noche. Y quizá, si tenemos suerte y se tercia, terminaremos en el Peepers.
En fin, me esperan largas horas de coche... pero espero encontrar lo que busco, reconciliarme con mi pasado. Arreglar algunos errores que cometí ultimamente. Ver la luz al final del tunel.
Hace unos meses me habría reído si me hubieran dicho lo mucho que iba a echar de menos a mi familia. Yo, con lo poco familiar que soy... en fin. Hace poco alguien me dijo "parece que uno cree que sabe como piensa, y sin embargo...". Quizá sea lo más sabio que he escuchado en mucho tiempo
Pues eso. Un abrazo a todos los que públicamente o desde el anonimato seguís esta pequeña bitácora.
Nos vemos a la vuelta.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Flandes (parte segunda)

Excelsa Majestad, Rey de las Españas.

Prosigo con el relato de mis aventuras por tierra flamencas en compañía de Lope de Ordás (Dios le guarde).
Abandonamos Bruselas esa misma tarde y llegamos recién iniciada la noche en Gante. Debo reconocer que la primera impresión que me causó la ciudad no fue especialmente llamativa. Quizá la oscuridad se alió con mi cansancio y apenas me fijé en las zonas residenciales por las que caminábamos. Pensé, eso sí, que esta ciudad, como casi todas las de esa zona del continente, tenía una ingente cantidad de zonas ajardinadas que le dan un aspecto ligeramente estremecedor durante la noche. Salimos y continuamos lo que ya habíamos iniciado en Bruselas: empaparnos en la cultura del pais del mismo modo en que se empapan los lugareños, con cerveza.
La cerveza es el símbolo existencial de este país, donde en una superficie ligeramente superior a la gallega, coexisten más de 200 marcas de cerveza con más de 800 productos distintos. Para el Belga, la cerveza forma parte de la vida cotidiana más que aquí el vino, y es imposible encontrar cualquier taberna o dispensario de bebidas en el que falte una amplia carta con decenas de estos deliciosos mejunjes. Debo decir que jamás he bebido tanta cerveza en mi vida como en esas escasas 48 horas que pasé en Gante, que es, por cierto, cuna del gran Emperador Carlos I.
Al día siguiente, más descansado, pude recorrer las viejas calles de la ciudad gracias a que Lope de Ordás se había afanado en conseguirme un medio de transporte acorde a la ciudad y a los tiempos. En los países bajos hay más bicicletas que personas, y realmente se nota por las calles, donde la gente se mueve sobre dos ruedas de un modo que en cualquier otro país resultaría temerario, pero que aquí es normal. Sobre el asfalto de las calles flamencas conviven armoniosamente coches, tranvías y bicicletas, en un sistema basado en el respeto hacia el más debil.
Respecto a la ciudad en sí... ¡qué puedo decir! Gante es un lugar asombroso. Una ciudad viva y moderna pero que conserva la esencia medieval que le caracteriza, tanto en los edificios (hay una cantidad increíble de casas que llevan ahí puestas desde el siglo XV o XVI) como en el urbanismo. Y no deja de ser fascinante cómo a pesar de ser una ciudad atravesada por cantidad de canales, eso no supone ningún trastorno en la movilidad ni genera la sensación de estar en una ciudad fragmentada.
Por otro lado, al igual que mi querida Salamanca, Gantes es una ciudad netamente universitaria, y eso se nota, tanto en el carácter de la gente, como en el estilo de vida, el tipo de actividad económica... A pesar de la extrañeza que genera el caminar por una ciudad tan distinta en su aspecto, no dejaba de tener un aire vagamente familiar.
Respecto a nuestras actividades allí... para qué explayarse... bebimos cerveza hasta bien entrada la madrugada, nos despertamos directamente para comer, comimos generosamente y volvimos a pasear por aquella ciudad amable, bajo un tiempo impredecible, que tan pronto nos fustigaba con lluvia, como nos cubría bajo el manto de un sol apacible.
Podría contar muchas más aventurillas y pequeños detalles, pero dudo que sean del interés de vuestra majestad. Por lo pronto, aquí termina la crónica que mis peripecias.
Esperando que cuando la reciba se encuentre bien de salud, por la presente, se despide de Vuestra Majestad.
Vuestro Leal Súbdito.

martes, 23 de marzo de 2010

Flandes (parte primera)

Excelsa Majestad, rey de las Españas,

He aquí la pequeña crónica de mi breve periplo por tierras flamencas, que gracias a la bondad de Dios, finalizó con fortuna, habiendo cumplido mi misión de traer noticias del aventurero Lope de Ordás enviado allá hace unos meses por orden de vuestra excelencia, para recabar información acerca del aquel extraño país, y de aquellas extrañas gentes.
He de decir que lo encontré, por fortuna, con buena salud, si bien ha sufrido en este sentido algunos reveses en las semanas anteriores. Esperemos, no obstante, que la llegada de la primavera suavice aquel clima perruno y le dé cierta tregua. Por lo demás lo encontré convenientemente adaptado al pais y sus costumbres, aunque como buen castellano, añorando y echando pestes de su tierra natal a partes iguales.
La primera parada de nuestro pequeño viaje juntos fue Bruselas, capital de aquel sucedaneo de país que ha dado en llamarse Bélgica y de aquel sucedáneo de lo que quiera dios que sea, que ha dado en llamarse Europa. Ciudad peculiar, que conserva por un lado parte de su regio pasado, con grandes edificios esforzados en resaltar su grandeza a base de vestirse con panes de oro, y a un kilómetro escaso inmensas moles de acero y ladrillo que configuran ese lugar falso y artificial que es el barrio europeo. Ambas caras de la ciudad transmiten un aire vago de decadencia. Bruselas es una ciudad esquizofrénica, construída a golpes, configurando una gran metáfora de lo que es este país. Retorcidas calles flamencas, dan paso a amplias avenidas de corte francés. Flandes contra Valonia. En cada esquina. Bruselas ha cambiado en cada siglo según de qué lado soplara el viento, generando una ciudad de contrastes que a ratos parece viajar plácidamente sobre la historia, y a ratos pelearse consigo misma.
La locura eclosiona en el Barrio Europeo, que a pesar de ser un gran campus de cara amable, no deja de aparentar la frialdad y rigidez que caracteriza a todo centro burocrático. Este barrio, no es un barrio. Es concretamente un polígono industrial dedicado a la producción de burocracia. Y ese es el aire que transmite. Frente al edificio de la Comisión Europea, una escultura simbolizaba de forma nítida la idea de Europa. Un hombre sobre un pedestal, mirando hacia adelante con una mezcla de ilusión y arrogancia, adelantaba un pie sobre el vacío. Tal es Europa.
Si bien de ello me daría cuenta más adelante, en Gantes, ya en Bruselas se apreciaba aquello que Lope de Ordás me había dicho al poco de encontrarnos: No es que se note la influencia española; es que en el fondo, nunca nos hemos ido. Esto es algo que se nota al entrar en cualquier iglesia. De hecho es algo que se nota en cuanto uno empieza simplemente a contar iglesias. Si bien yo jamás vi tanto y tan buen estilo gótico en España, no por ello las iglesias dejan de tener un aspecto típicamente español. Si a ello le sumamos las numerosas tumbas con nombres españoles en su interior, las numerosas vírgenes... en realidad es difícil de explicar, pero tenían un algo tremendamente familiar. La única diferencia respecto a nosotros es su casi insana obsesión con el pan de oro que usan indistintamente para decorar interiores y exteriores. Si todo ese oro lo hubieran dedicado a la guerra contra nuestros tercios, en vez de para pintar ornamentos, otro gallo les hubiera cantado. Pero eso es otra cosa que caracteriza a los flamencos y que demuestra su herencia ibérica. No son personas especialmente dadas al pragmatismo. Tienden a ser tan desordenados y poco rigurosos como lo somos nosotros. Y adoran la ostentación por encima de la funcionalidad. Eso sí. Ellos se toman lo de ostentar más en serio.
Y por el momento, hasta aquí mi crónica. Próximamente escribiré relatando más detalles de mi viaje.
Por la presente, se despide
Vuestro Leal Súbdito

lunes, 22 de marzo de 2010

Antes y mucho mejor

No merece gastar palabras en decir cómo me siento cuando otro lo dijeron antes y mucho mejor.
Es curioso como una canción que conoces desde siempre, de pronto adquiere un significado casi palpable.


miércoles, 17 de marzo de 2010

Spallanzani

Corría el siglo XVIII y al abrigo de la revolución científica, teorizar acerca de las grandes incógnitas del cosmos se había convertido en un divertimento común de la baja nobleza y la burguesía. Una de las cosas más curiosas y más chocantes era que, en contra de cualquier sentido común, y de lo que cabría esperar del pensamiento científico de la época, aún predominaba la teoría de la generación espontánea para explicar el origen de cientos de insectos y animales. Mientras que parecía bastante claro que un cerdo pequeño tenía que haber salido de uno más grande, la sensatez parecía difuminarse cuando se hablaba de ratones o moscas.
Como ejemplo, a principios del siglo, un brillante experimento demostró que si llenabas un jarrón de ropa sucia (preferiblemente de mujer) y granos de trigo, a las pocas semanas ¡zas! aparecían ratones. ¡Cielo santo! ¡Así que los ratones se formaban a partir de trigo y ropa sucia!
Afortunadamente, había gente como Francesco Redi que a pesar de tener la mala suerte de nacer en Italia, y ser católico, contribuyó de forma notable a reducir la estupidez colectiva cuando colocó un trozo de carne en un vaso, lo cubrió con una gasa y demostró que no aparecían larvas de mosca. ¡Así que las moscas nacen de otras moscas, y no de la carne podrida!
A mediados del XVIII un cura Irlandés, Needham, quiso demostrar la evidencia de la generación espontánea, así que cogío materia orgánica muerta, la hirvió para matar todo rastro de vida, y después tapó sus frascos... ¡con un corcho! Claro, a los tres días, aquello apestaba a vida de nuevo. Consiguió aislar protozoos y junto con el Conde de Buffón, Needham propuso que debía haber unos "átomos vitales" capaces de reorganizarse entre sí para formar vida.
Sin embargo, esto llegó a oidos de otro italiano, un tal Spallanzazani, cura, también, pero un poco menos teórico y un poco más práctico. Spallanzani había oído hablar de los animáculos de Leeuwenhoek y supuso que, debido a su diminuto tamaño, debían haberse colado por los poros del corcho. Así que repitió el experimento de Needham, pero él decidió calentar el cuello de las botellas, hasta que el propio cristal derretido selló el cultivo. Después hizo algo bastante poco frecuente en la ciencia de entonces: Seleccionó varias botellas y las dejó abiertas, otras las selló pero no las calentó, otras las calentó hasta que empezaron a hervir, y otras las calentó durante una hora.
Así refutó de forma contundente la generación espontánea y demostró, además, que hervir el cultivo unos minutos no basta para matar a todos los microbios. Triunfal, Spallanzani hizo públicos sus descubrimientos. Pero llego tarde. Para entonces la Royal Society, la misma que había impulsado el desarrollo de la ciencia durante casi un siglo, había cedido a presiones políticas y había aceptado a Needham como miembro. Una vez más, interpretaciones simplistas e interesadas de la ciencia se imponían a la evidencia de los hechos. Spallanzani dedicó toda su vida a intentar refutar las teorías de Needham, y aunque poco a poco, los hechos hablaban por si mismos, no faltaba quien aseguraba que el mantener las botellas selladas del modo en que lo hacía el italiano no permitía que los átomos vitales del aire, y que eran necesarios para la génesis de vida, penetrasen en el cultivo.
Sea como sea, Spallanzani nunca fue reconocido como científico en vida. No sería hasta muchos años mas tarde cuando Pasteur consiguió de una vez por todas, matar aquella absurda teoría.

martes, 16 de marzo de 2010

Aprendiendo a conocerme

Tarde o temprano tendría que ocurrir. Hay fantasmas que no huyem porque viven pegados a los propios huesos. Hay fantasmas que arañan, destruyen, confunden, se acantonan en emociones confusas y evitan que la sensatez haga sonar su voz. Esos fantasmas, de vez en cuando te destruyen. Y es cuando estás en lo más bajo, cuando realmente a tu alrededor sólo quedan tus propias cenizas, cuando los ves. Decía Confuncio que uno debe conocerse a sí mismo. El problema es que quizá llegues a odiar la persona que eres. Débil, cobarde, insensata, egoista. Conocerse uno mismo es un arma de doble filo. Quizá compense más vivir según la idea que tienes de tu propia persona, antes que aceptar lo que realmente hay debajo. Y alguien siempre puede decir... conocerte a ti mismo siempre te permite cambiar... pero es tan difícil cambiar...
Hace tiempo que llegué a una conclusión acerca de por qué hago teatro. Y es muy simple. Lo hago porque me gusta verme como me ven los demás. Así de simple, torpe y absurdo. Y para mi nada tiene sentido si no hay nadie que lo vea y lo aprecie. Por eso caigo tan fácilmente en la tentación de la melancolía. Por eso la soledad es tan insoportable.
Se abre un periodo de reflexión profunda. Debo empezar a conocerme a mi mismo. Tengo que encontrar el monstruo de dentro. Tengo que domesticarlo.
El pasaje más hermoso del principito es aquel en el cual conoce al zorro, y éste le pide que le domestique. "Domestícame" "¿Cómo?" "Hoy te sentarás aqui, y yo te miraré desde esos matorrales, te miraré con desconfianza, porque no te conozco. Pero si te sientas en este mismo lugar todos los días, poco a poco me acostumbraré a tu presencia, y llegará un día que me sentaré a tu lado. Entonces podrás acariciarme y jugar conmigo. Entonces me habrás domesticado". (Así es como yo lo recuerdo, pero no es exáctamente así). Tengo que domesticar el miedo.
Voy a hacerlo.

sábado, 13 de marzo de 2010

Réquiem por un Castellano

Ayer nos despertamos con la absurda noticia de que Miguel Delibes había dejado de respirar el mismo aire que nosotros. Había dejado, después de 89 años, los campos de cereal y los vientos castellanos para tener su merecido descanso en aquel lugar reservado a los más grandes. Hoy Miguel tiene escrito su nombre con letras de oro al lado del de Cervantes, Zorrilla, Tirso o Lope. Ha ocupado el lugar que la historia le reservaba.
Y eso es todo lo que puedo decir. Apenas leí un par de sus novelas. No era uno de mis favoritos. No se realmente casi nada de su vida ni de su obra. Sólo se que era un hombre sabio y tranquilo que vivió su vida como quiso. Y eso es mucho más de lo que se puede decir de la mayoría.
Escribo esto, a pesar de que realmente no quién fue Miguel Delibes. Pero, pardiez, era de los nuestros.

viernes, 12 de marzo de 2010

Copenhague

Sobre el año 1941, Heisenberg, físico alemán famoso por su "principio de incertidumbre", era el responsable del programa nuclear Nazi. No era un tipo de grandes convicciones políticas. Sencillamente trabajaba para su país en aquello en lo que quería trabajar. Sin embargo, ahora estaba considerablemente atascado, puesto que no conseguía calcular la masa crítica de uranio enriquecido necesaria para iniciar la reacción en cadena. Hasta ahora sus estimaciones pasaban por grandes toneladas, lo que haría totalmente inviable su uso bélico.
Sin embargo, un otoño de 1941, Heisenberg viajó de incógnito a Copenhague. ¿La razón? Visitar a su gran maestro y mentor Niels Bohr, padre de la teoría atómica vigente en aquel momento, y reputado físico judío, que en aquel momento vivía recluido en su hogar bajo la ocupación alemana de Dinamarca. ¿Qué ocurrió aquella noche? ¿De qué hablaron Bohr y Heisenberg? Nunca se sabrá, pues todos los que podían dar fe de lo ocurrido, evitaron el tema a lo largo de toda su vida, contradiciéndose unos a otros, y ahora están todos muertos.
¿Pidió Heisenberg a Bohr que le ayudara? ¿Le contó sus avances? ¿Le ofreció protección? Heisenberg se quedó atascado durante años en el mismo punto, algo extraño en un cerebro tan brillante como él ¿Acaso le convención su amigo Bohr de que bloqueara sus investigaciones?
Lo único cierto es que un año más tarde Bohr logró huir con su esposa hacia los Estados Unidos, donde tomo parte activa en el equipo que logró desarrollar la bomba atómica. Su contribución fue decisiva para... ¿sabéis que? Corregir las fórmulas que permitieron establecer la masa crítica necesaria en apenas 50 Kg. Justo aquello en lo que se atascaron los alemanes.
Y quizá, sólo quizá, hace casi 60 años, el futuro de la humanidad se decidió en la salita de estar de una pequeña casita a las afueras de Copenhague, en una misteriosa charla entre dos viejos amigos, que durante un par de horas, cargaron con el peso de la historia sobre sus espaldas. ¿Cómo sería hoy el mundo si Heisenberg hubiera conseguido la bomba? Hoy todo el mundo habla de Normandía, de la resistencia francesa, de churchill, de Roosevelt, de Rommel... Y sin embargo, puede que el futuro de la guerra y de la humanidad, lo decidieran dos personas sin grandes convicciones políticas, dos hombres de ciencia, delante de una taza de te, en una fría noche de otoño en Copenhague.
Para aquellos que queráis más información, podéis descargaros una obra de teatro de Michael Frayn que gira sobre este tema. La clave para abrir el archivo es 1libro+

La dura entrada al paraíso.

Uno es una buena bacteria, ¿no? Quiero decir, uno se pasa la vida en su sitio, absorbiendo su comida y expulsando sus desechos, y haciendo, bueno, las cosas típicas que hacen las bacterias, ¿verdad? Ya sabes ser una buena Gram negativa, tener adecentada tu membrana externa. Te preocupas de mantener una buena estructura en diplococo. Joder, lo que se dice ser una buena bacteria de la meningitis.
Te pasas la vida ahí en la faringe, sin meterte con nadie, sin montar lio, esperando tu oportunidad, consciente de que probablemente nunca llegue. Y de repente, un día, ¡zas! Un pequeño lío con los Streptococos, y ahí está. Un huequecito insignificante, pero ahí está. Y te cuelas por él. Aprovechas que los leucocitos están sobrepasados fagocitando a diestro y siniestro y alcanzas la sangre. Pan comido, piensas. De ahí a la gloria un paso. ¡Cuán lejos de la realidad! Durante varias horas vagas arrastrado de un lado para otro, expuesto constantemente al sistema inmune, impulsado por caminos que no te interesan, perdido... Y cuando por fin, consigues llegar al sistema nervioso, exhausto, desorientado, frágil. Cuando puedes sentir el olor del paraíso al otro lado del capilar. Cuando estás a punto de salir, te topas con la barrera hemato-encefálica. Y entonces confías en que haya un dios de las bacterias al otro lado, porque cuando llegues te gustaría tener con él unas palabras.
Para empezar, en medio de esta tupidísima maraña de vasos, no hay ni un puñetero hueco. Es imposible salir. Uno intenta adherirse y trata de atravesarlo, pero no hay manera. Secreta toxinas, y cosas tratando de abrirse paso, y cuando tras un gran esfuerzo, lo consigue, se encuentra con poco menos que la nada repleta de astrocitos y microglía. Es el infierno colocado a las puertas del cielo. Y uno tiene que luchar por pasar y atravesar aquella maraña terrible, luchando a cada instante. Peleando cada micra que avanza hasta alcanzar las meninges. Y aún allí, sigue habiendo pruebas. Hay que atravesar dos barreras más. Dos nuevas piedras en el camino del paraíso. Y pasas una. Y cuando crees que ya no tienes fuerzas para pasar otra. Justo cuando crees que todo está perdido... llegas.
Y allí estás... la tierra prometida... Una enorme mar lleno de comida donde sólo llegan las bacterias buenas, las que pelearon duro por llegar. Dónde sólo llegan las bacterias que se lo merecen. El paraíso... estar rodeado constantemente de comida, con un suministro constante, self-service, a 37 grados, un lugar donde reproducirse a ritmo constante. Un lugar, en definitiva, donde vivir como una buena bacteria se merece.

jueves, 11 de marzo de 2010

Leeuwenhoek

Tarde de primavera de 1679, en Delf, Holanda. Mientras la lluvia cae suavemente sobre el jardín, Anton Van Leeuwenhoek, comerciante de telas local y ayudante de cámara del alguacil de la villa, toma tranquilamente una infusión y mira interesado una de los cientos de muestras que pone bajo sus lentes y la vuelve a examinar con minuciosidad. Como no consigue ver lo que desea, cambia el aparato, y escoge uno de los especiales, uno de aquellos cuyas lentes están tan bien pulidas que no existen en el mundo otras que se les puedan comparar. Uno de aquellos que nunca enseña a nadie. Entra en su estudio y se dedica a mirar embelesado una vez más, la increíble red capilar del anca de una rana.
Su hija le mira y suspira, sin comprender cómo puede su padre perder tal cantidad de tiempo tallando lentes y observando cosas que, aunque son sorprndentes, no dejan de ser meramente divertidas. Lo que su hija, María, no sabe, y probablemente el propio Anton tampoco, es que gracias a sus observaciones, la recientemente fundada Royal Society Londinense ha podido confirmar la teoría de la existencia de capilares sanguíneos de Malphigi, y un joven y fascinado Robert Hooke, está empezando a dar forma en su cabeza a la Teoría Celular, base de toda la biología moderna. Pero a Leeuwenhoek no le interesan las teorías. Él no es un filósofo ni un pensador. Él es un observador nato, un tipo capaz de mirar algo durante una semana seguida antes de empezar siquiera a dibujarlo, sólo para estar seguro de que no cometerá ningún error.
Sin embargo, mientras Leeuwenhoek toma tranquilamente su infusión, no puede imaginar que en unos breves instantes, una idea aparentemente trivial va a convertirse en uno de los grandes avances de las historia de la ciencia: ¿Cómo se verá una gota de agua de lluvia? Y sin demasiadas esperanzas de encontrar nada, se acerca a un tiesto y toma una pequeña muestra, la pone bajo la lente y observa. Durante varias horas no hace otra cosas. Finalmente, con los ojos llorosos de tanto mirar, pide a su hija que se acerque. "María. Mira este agua. Hay unos animalillos pequeñísimos. Se mueven".
Aquella tarde de primavera de 1679, Maria Van Leeuwenhoek, fue el segundo ser humano que por primera vez en miles de millones de años, observó un microorganismo. ¿De donde han salido, padre?
Claro, esa era la clave. Si todo era correcto, habrían caido del cielo formados a partir de la nada por la infinita voluntad divina. Así se creaba la vida, ¿no? Así que tomó directamente una muestra de lluvia en un plato limpio de porcelana. Y cuál sería su sorpresa cuando descubrió que el agua estaba limpia. "Así que no caen del cielo"
Cuando unos meses después Leeuwenhoek escribió a la Royal Society, muchos de los científicos que la componían vieron en esto una prueba que refutaba definitivamente la Generación Espontánea. La vida debía surgir necesariamente de la vida. Sin embargo, rápidamente decidieron enviar a alguien a Holanda para verificar de una vez que aquellas observaciones de aquel comerciante holandés estaban fundadas y no eran delirios de un loco. Porque, al fin y al cabo... ¿animales 1000 veces más pequeños que un ácaro? Cuando Hooke y otros acudieron a casa de Leeuwenhoek, y éste sostuvo antes sus ojos sus prodigiosas lentes (era brutalmente desconfiado y no dejaba a nadie tocar sus aparatos, así que los sostenía en sus manos mientras el resto miraba), casi se caen de culo. Al año siguiente, fue nombrado miembro honorario de la Royal Society, y siguió enviando largas cartas plagadas de observaciones mezcladas con anécdotas (al fin y al cabo, seguía siendo un comerciante) hasta su muerte a los 91 años.
Cuentas que su trabajo inspiró el monadismo de Leibniz, y que el propio Leibniz le escribió una carta instándole a que adoctrinara a un discípulo en el arte de tallar lentes, debido a que a pesar de hacer grandes esfuerzos, absolutamente nadie en el mundo estaba siquiera acercándose a esa extraordinaria calidad. Sin embargo, Leeuwenhoek ni siquiera tomó esto en consideración. No se consideraba un filósofo y no quería enseñar a nadie. Y además, era tremendamente huraño. Cuentan que la propia reina Isabel de Inglaterra, estando de viaje en Holanda, quiso ver las maravillas de las lentes de Leeuwenhoek, y que éste la recibió a regañadientes, y aún ni siquiera le dejó sostener por si misma los aparatos.

El hecho es que no fue hasta más de 100 años después cuando por fin se lograron tallar unas lentes con la suficiente calidad como para volver a observar una bacteria.
Hoy en día, nadie parece recordar el papel fundamental en el desarrollo de la ciencia que tuvo este hombre, que siendo bastante inculto (apenas sabía leer y escribir, y sólo en holandés, un idioma hablado sólo por los campesinos y la plebe), hizo que su extraña afición de tallar lentes, que le valió no pocas burlas de sus vecinos, fuera una piedra angular esencial para posibilitar la revolución científica y de pensamiento del siglo venidero. Así pues... ¿cómo sería hoy el mundo sin el cazurro de Leeuwenhoek?

martes, 9 de marzo de 2010

Nieve

Uno podía pensar que con esto de venirse a la vera del Mediterráneo, se iba a librar del frío y de las inclemencias del tiempo castellano. Pero no. Justo al mes de venir aquí, va y cae la segunda mayor nevada registrada en Barcelona. Hala. Estoy chupando uno de los peores inviernos que se recuerdan.
Y a pesar de todo, es considerablemente más suave y agradable que cualquier invierno normalito en la meseta. Aquí la gente se queja de vicio. Ayer nevó durante unas 6 horas seguidas. Fue una nevada considerable, pero no llegaron a acumularse más de 10 centímetros de nieve, y las temperaturas apenas bajaron de los 0 grados. Sin embargo, lo que es la falta de costumbre... Barcelona entera colapsada. Trenes sin circulación. Retenciones kilométricas. Montones de comercios cerrados, Institutos y Colegios sin clase (yo mismo no tuve clase). Miles de personas bloqueadas. En fin... un carajal de la hostia. Y sin embargo, debo decir que si esto hubiera pasado en salamanca, lo peor que habría ocurrido es que más de uno se hubiera cogido un catarro por mojarse los pies con la nieve.
Y sin embargo aquí la gente flipaba en colores. Nieve, nieve. ¡Navidad!, gritaban los crios al salir del colegio. A media tarde la nieve era ya una masa informe, sucia y pisoteada por las calles. Exáctamente lo que yo más detesto.
Menos mal que hoy salió el sol, hace 10ºC y apenas queda nieve, porque si llega a helar y teniendo en cuenta que aquí nadie ha echado sal en las aceras, hoy las urgencias estarían colapsadas de señoras con rotura de cadera.
En fin, en fin... tanta civilización y modernidad... y qué facilmente se viene abajo.
Feliz (y frio) invierno

domingo, 7 de marzo de 2010

Lo de fuera

(YO y LO DE FUERA vamos en un vagón de tren, sentados el uno frente al otro. YO, con unos 24 años, estoy serio, preocupado. Ella, entre 30 y 40, vestida muy formal, también esta muy seria.)

LO DE FUERA: ¿Es que no sabes sonreír?

YO: (Levanto la cabeza, extrañado) ¿Perdón?

LO DE FUERA: Que si no sabes sonreír.

YO: Ah, sí, claro. (Miro para otro lado, esquivándola)

LO DE FUERA: ¿Y por qué no lo haces? Llevo ya un rato largo aquí contigo y todavía no has sonreído. ¿Por qué? (La ignoro) Quizá deberías tratar de sonreír un poco más a la gente. Estar tan serio no te favorece.

YO: Igual no tengo motivos.

LO DE FUERA: ¡Tonterias! ¿Cuándo ha hecho falta un motivo para una sonrisa?

YO: Oiga, no estoy de humor para esto. Si le sonrío, ¿me dejará tranquilo el resto del viaje?

LO DE FUERA: De acuerdo. (Le dedico una sonrisa forzada). Eso no ha sido una sonrisa, sino una mueca. Y con un desprecio muy mal disimulado. Esa sonrisa no es nada creíble.

YO: Es que no era una sonrisa de verdad.

LO DE FUERA: Qué decepcionante.

YO:Mira, señora, lo toma o lo deja. Es lo mejor que me va a salir.

LO DE FUERA: Pues vaya. ¿Y tú eres actor?

YO: ¿Qué? Oiga, ¿cómo sabe eso?

LO DE FUERA: Bueno, es obvio, ¿no? Sólo soy un producto de tu mente.

YO: Ah. Claro. Sí, eso tiene sentido. Claro. Por supuesto.

LO DE FUERA: En cambio, lo de ser sarcástico te va como anillo al dedo. Pareciera que inventaron el sarcasmo expresamente para ti.

YO: Sí, me lo suelen decir.

LO DE FUERA: Lo sé. Pero ahora que ya están las cosas claras, volvamos al tema. Deberías sonreír más.

YO: Si fueras invención mía, sabrías que no tengo muchas razones para sonreír.

LO DE FUERA: Precisamente porque soy invención tuya, no lo sé. Si yo lo supiera todo de ti esta conversación no tendría sentido. No hay conflicto, no hay diálogo. Así que no puedo saberlo todo de ti, porque no soy tú, sólo la parte que has elegido.

YO: ¿Y qué parte eres?

LO DE FUERA: Lo de fuera.

YO: Qué interesante... (digo, con una falta absoluta de interés)

LO DE FUERA: Mucho menos de lo que aparenta.

YO: ¡Ja! ¡Qué graciosa! Vale, hagamos una prueba. (Me quito las gafas, me froto los ojos y los cierro. Me concentro unos segundos. Cuando los vuelvo a abrir, ella sigue allí, así que exclamo, eufórico) ¡Aha! ¡Sigues aquí!

LO DE FUERA: Eso parece, sí.

YO: Me he estado concentrando en un asiento vacío. Me he convencido de que el asiento de delante estaba vacío. Y sigues ahí. Si fueras un producto de mi imaginación habrías desaparecido.

LO DE FUERA: No seas gilipollas. Formo parte de ti, te guste o no. No puedo desaparecer así como así. Además, tú no quieres que desaparezca.

YO: Oh, ya lo creo.

LO DE FUERA: No quieres que desaparezca, porque ahora que has empezado la historia, no puedes marcharte sin ver de qué va. Adónde te lleva. No quieres que desaparezca, porque no le darías final.

YO: Eso es una tontería. He dejado cientos de historias a medias, sin final

LO DE FUERA: Quizá, pero no esta.

YO: ¿Y por qué no?

LO DE FUERA: Porque es la tuya.

(Silencio)

YO: (Levantándome) Señora, ha sido divertido, pero estoy cansado del juego. Me voy a otro vagón. (Salgo de escena mientras ella se queda allí donde está, sin hacer nada. Al rato vuelvo). De acuerdo. Supongamos que te creo. ¿Qué se supone que tiene que pasar ahora? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo sigue la historia? (Ella se encoge de hombros) Genial...

LO DE FUERA: ¿No acabas de pillar la idea, verdad? Ningún personaje sabe nunca como sigue la historia. Si conocieran su destino, podrían rebelarse contra él. Y entonces la historia nunca acabaría.

YO: Yo no creo en el destino.

LO DE FUERA: Sí, eso sueles decir.

YO: (Con rotundidad) Porque es verdad

LO DE FUERA: (Ríe) No te pongas así, ya te he dicho que sólo conozco de ti la parte que me toca.

YO: Creo en el proceso personal. Un personaje teje su historia de una forma lógica en función de las decisiones que toma.

LO DE FUERA: "Caminante no hay camino..."

YO: "... se hace camino al andar", sí, genial. Mis visiones citan a Machado. Osea, que según tú, debo salir ahí afuera y tomar mi propio camino para trazar mi propia historia.

LO DE FUERA: O para seguir tu destino.

YO: No me jodas, anda.

LO DE FUERA: De acuerdo. Presupongamos libre albedrío. Para trazar tu propia historia.

YO: Vaya, pues qué gran revelación. Me has abierto los ojos. Guau, esta visión ha cambiado mi vida. Después de esto voy a hacerme budista o algo.

LO DE FUERA: El sarcasmo deja de tener gracia cuando abusas de él.

(Suena una voz en off: Propera parada: Barcelona Passeig de Gràcia. Enllaç amb metro, linea ú de rodalies i trenes de midjana distancia)

YO: Bueno ahora sí que me voy. Esta es mi parada. Espero que no piense bajar conmigo.

LO DE FUERA: No. Yo ya te he dicho cuanto debía. Supongo que por el momento, cumplí mi papel en la historia.

YO: Fantástico. (Me acerco a la puerta, dándole la espalda)

LO DE FUERA: Y, en serio, procura sonreír. Estás mucho más guapo. (Yo sacudo la cabeza y sonrío, mirando mi reflejo en el cristal de la puerta) ¿Lo ves? (Me dice, y veo que también sonríe).

sábado, 6 de marzo de 2010

Lo de dentro

Son muy frecuentes las noches y las mañanas en las que, sumido aún en ese estado incierto de duermevela, me revuelvo en la cama convencido de estar en mi habitación, en Salamanca. Y sólo cuando abro una rendija los ojos y veo las líneas de luz de la ventana, y siento el espacio de la habitación, me doy cuenta de que no. Sobreviene entonces un breve instante de desconcierto, como de vagabundeo cósmico, hasta que soy capaz de centrar mi mente en mi mismo y darme cuenta de dónde me encuentro realmente.
Ha pasado ya un mes, y me sigue ocurriendo.
Supongo que me sigo sintiendo ajeno a este sitio, a este mundo, a esta situación. Quizá me gustaría que fuera todo un sueño, y por eso al despertar quiero encontrarme en la seguridad de mi cama, desde donde durante muchos años planificaba los días, solucionaba las cosas, tomaba las decisiones. Gobernaba mi vida. Aquí despertarse es un acto inaguantable, una necesidad impuesta por el paso del tiempo que, dia tras día, mantiene intacta su intrascendencia. Paso largas horas por la mañana en la cama, llevando la cuenta de mis errores, no analizando, sino revolcándome en mis miedos, en mis miserias. Atormentándome con los fantasmas que yo mismo he creado.
Me levanto tarde con la esperanza de que los días sean más cortos, aunque las noches se vuelvan eternas. Leo a Wilde, que trata de enseñarme la belleza, la bondad, la necesidad, incluso, del tormento y el dolor. Pero hace tiempo que el romanticismo no me parece más que una hermosa distracción, sin contacto con la realidad. Queda, no obstante, la belleza que transmiten unas palabras escritas en la penumbra de una celda en la Cárcel de Reading, invocando al amor sobre el odio, a la pasión sobre el deseo a la ternura sobre la tristeza. El dolor, dice Wilde, al contrario que la alegría, nunca lleva máscara.
Queda, no obstante, un día, y otro, y otro... y el frugal placer de la melancolía.

viernes, 5 de marzo de 2010

El meteorito asesino

Hoy estoy vago, y además me han hecho el trabajo. Así que os dejo un link donde se explica muy bien todo el rollo del meteorito y los dinosaurios.

http://www.neoteo.com/confirmado-el-asesino-fue-el-meteorito.neo

La verdad es que la perspectiva es acojonante. Un minuto estás tan bien, y al minuto siguiente, el mar empieza a hervir y cuando levantas la vista, ves un trozo de roca de 14 kilómetros venir hacia ti a una velocidad 25 veces superior a la de una bala. Afortunadamente un cerebro del tamaño de una nuez no da para considerar las florituras filosóficas inherentes al hecho en sí, así que me gusta pensar que los dinosaurios murieron felices pensando "¡Qué calor hace de repente! ¿no?"
Los pocos que sobrevivieron, lo hicieron en una atmósfera irrespirable y sometidos a un cambio climático brutal, así que no sobrevivieron lo suficiente para ver crecer a sus nietos. De hecho, los nietos tampoco sobrevivieron lo suficiente para crecer.
Si no os hacíais una idea del apocalipsis, aquello fue el ensayo general.
No obstante, es bonito pensar que a pesar de todo, la vida salió adelante. Inspirador, ¿verdad?

Hala. Que lo aprovechéis.

Por fin un bar

Cataluña no es España. Y no lo es por un argumento de peso: A las 22.00 muchos bares están cerrados o en proceso de cierre. Lamentable, lo sé. Aún les queda un largo camino que recorrer antes de alcanzar la civilización, pero es así. Resulta desolador caminar por la calle y que todo esté cerrado.
En Barcelona capital, esto no es así, suelen cerrar más tarde. Pero aquí en Mollet es francamente descorazonador.
Total, que ahí andábamos, buscando un sitio para alcoholizarnos, desesperados, cuando al fondo de una calle vemos un cartel iluminado. ¡Albricias! Allá nos encaminamos, y a mitad de camino en esa misma calle nos topamos con una cervercería de puta madre, con sus billares, su carta de cervezas... con gente dentro. Por haber, había incluso alguna tía... no voy a decir buena, pero al menos sí potable. Así que ya he encontrado mi lugar. Lamentablemente cierran a las 12 los días de diario, lo que es también muy desolador, pero bueno, no se puede tener todo. Quien haya experimentado la efímera euforia que da encontrar el último bar abierto, sabe a qué me refiero.
Salí con Mabel, que es una abulense que estudió conmigo y que por esas casualidades de la vida, ha acabado haciendo prácticas en el Institut, como yo. Me habría gustado arrastrar a alguien del máster, pero las más animadas, se van a Barcelona, y los que se quedan aquí son unos putos sosos... En fin. No se puede tener todo. Y quien alguna vez haya estado sólo en una ciudad ajena y con ganas de fiesta, sabe a qué me refiero.
Por eso digo que Cataluña no es España. Si fuera españa, los bares abrirían hasta las 3 de la mañana, como poco.
Putos catalanes...
Ains.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Sobre blancos, negros y distancias genéticas

Hace ya algún tiempo, una amiga me preguntó acerca de las diferencias genéticas entre razas humanas. Yo le remití a un estudio, cuyos detalles ahora mismo no recuerdo, ni tengo ganas de buscar, pero que esencialmente había seleccionado grupos de individuos de distintas razas había medido una serie de marcadores genéticos y había realizado un análisis cluster. Este tipo de análisis consiste en valorar si existen diferencias significativas entre grupos, lo que ocurrira cuando la variabilidad ENTRE grupos, sea más elevada que la variabilidad DENTRO de los grupos.
Los resultados eran concluyentes. Los negros se diferenciaban entre sí tanto como de los blancos. Y viceversa. Conclusión: no existen diferencias estadísticamente significativas entre negros y blancos.
Esto llenó de felicidad a todos los hippies, qué bien, qué bien, palmaditas en la espalda, seamos todos amiguitos. Sin embargo aunque a todos nos alegre tener argumentos contra la xenofobia, conviene hacer una interpretación más profunda de estos resultados.
Este estudio hace referencia a diferencias genéticas. El caballo de batalla es la cantidad. Sin embargo, no se valora la calidad de esas diferencias. No es lo mismo tener una mutación en una secuencia estructural, que en mitad de un gen, que en una secuencia reguladora del genoma. Y sigue siendo una única mutación, pero los resultados pueden ser bien distintos.
Voy a tratar de poner un ejemplo. Existen dos levaduras, Saccharomyces cerevisiae, y Saccharomyces boulardii que a pesar de pertenecer al mismo género y ser realmente bastante parecidas entre sí, acumulan tanta distancia evolutiva (esto es, número de mutaciones por unidad de tiempo) como cualquiera de ella con el ser humano. ¿Quiere esto decir que nosotros nos parecemos a una levadura tanto como dos levaduras entre sí? Evidentemente esto parece un poco ridículo. La explicación es que mientras que las diferencias entre las levaduras afectan principalmente a cuestiones metabólicas y de biología molecular, las diferencias con los humanos afectan a genes de gran importancia en el desarrollo y la diferenciación celular.
Así pues, efectivamente, puede que entre blancos y negros existan realmente pocas diferencias, pero es obvio que esas diferencias son significativas. Si le enseñas a un niño una foto de un negro, y luego 10 fotos de tios de diferentes razas y le dices que señale al que más se le parece, señalará a otro negro. Los antropólogos expertos son capaces de diferenciar la raza de un individuo sólo viendo su cráneo.
Y el argumento estrella... ¿Cuántas diferencias podrémos encontrar en el genoma de un hombre y una mujer que sean hermanos? Probablemente muy muy pocas. Y sin embargo, resulta obvio que hay un montón de diferencias anatómicas, metabólicas y fisiológicas entre ambos. Para empezar, ella puede parir y él no.
Sería conveniente que los biólogos empezáramos a darnos cuenta de que la genética, por sí misma, no es la solución a todos nuestros problemas.

Bueno. Pues ahí va otra interesante crónica sobre biotonterías. Se admiten peticiones en cuanto a temas para hablar, aunque sin garantías de que sean atendidas.

martes, 2 de marzo de 2010

Día tonto

Pero tonto, tonto. Como Belén Esteban con un golpe en la cabeza.
11.00: Suena el despertador. Lo apago.
13.30: Me despierto.
13.45: Me levanto.
14.00: Consigo encontrarme el culo usando las dos manos. Decido que este nivel de inteligencia ya es aceptable para empezar el día, así que me pongo a ello.
14.05: Me acuerdo de que tengo una entrevista de trabajo a las 16.00, que todavía no he hecho la comida y que tengo que salir al menos una hora antes. Añoro los minutos anteriores de ignorancia y felicidad.
14.15: Empiezo a preparar la comida: raviolis precocinados con su salsa.
14.30: Termino de preparar la comida. Inexplicablemente los raviolis con salsa han transmutado en sopa de raviolis. Reflexiono sobre la inevitabilidad cuántica en la evolución de la materia inerte susceptible de ser comida.
14.35: Concluyo que cocino fatal.
14.55: Termino de comer.
15.05: Tomo el tren.
15.35: Transbordo
15.45: Transbordo.
15.55: Llego al sitio
16.10: Comienza la entrevista.
16.20: Termina la entrevista. Pienso en lo que ha ocurrido. Una señora muy maja me ha contado su vida y me ha preguntado por la mía. Deduzco que el objetivo esencial del asunto era "conocernos". Me da buen rollo. luego pienso que he perdido una hora para bajar, y que voy a perder otra hora para subir. Me da un pequeño tic en el párpado.
17.20: Llego a casa. Tomo un té. Tiendo la ropa.
17.45: Salgo para el Institut.
18.00: Llego al institut.
18.20: Nos comunican que por un malentendido entre los profesores, hoy no habrá clase de 18 a 20. El tic del ojo se agrava.
18.25: Me voy de cañas con los compañeros.
20.00: Volvemos al institut. La profesora nos cuenta que la sesión de hoy será esencialmente de repaso y dudas. El tic incrementa su virulencia y temo llegar a perder el ojo. Además, se extiende al cuello...
21.40: Salimos.
22.00: Llego a casa. Ceno un Sandwich. Escribo esto. Pierdo el ojo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Viruela

En 1980 ocurrió un hecho bastante peculiar e insólito en la historia de la humanidad. Por primera en la historia se declaró erradicada de la faz de la tierra una enfermedad: la viruela. Hasta la fecha es la única con la que se ha conseguido, aunque se está tratando de hacer con la polio.
El tremendo éxito tiene su origen en dos factores: la increíble eficacia de la vacuna (una de las más eficaces desarrolladas, aunque se alcanzó de forma empírica y nunca se llegó a conocer exáctamente de qué modo actuaba) y una brutal campaña de la OMS que durante muchos años se dedicó a vacunar a diestro y siniestro. Como nota curiosa, que acabo de averiguar, la primera campaña masiva de vacunación en la historia, se hizo contra la viruela, y la hicimos los expañoles en 1803, en las colonias.
El caso es que hoy por hoy ya no hay viruela en el mundo ¿No hay? Bueno, en realidad hay dos reservorios criogenizados. Adivinad dónde. Tic-tac. Exácto. Uno en EEUU y otro en Rusia. Aparte de lo que pueda haber en Corea del Norte, que en los 70 montó su propio programa de vacunación, del que nada se sabe.
La gracia (o más bien desgracia) del asunto es que, a consecuencia de su erradicación, hace más de 35 años que nadie se vacuna de viruela en el mundo. Podéis imaginar las divertidas consecuencias que podría tener un rebrote de la enfermedad, una de las más contagiosas conocidas, y que en el siglo XX mató a 300 millones de personas.
Claro, quien guarda las muestras, las guarda "por si acaso alguien me ataca poder fabricar vacunas rápida y eficazmente" Y es muy sensato. El hecho de que en 30 años no haya habido casos, no quiere decir que nunca los vuelva a haber. Los virus mutan y todo eso. Y luego están las casualidades. Hace unos años, alguien abrió un viejo manual de medicina de su bisabuelo en Méjico y aparecieron dos viales que decían contener muestras de viruela.
El problema es que lo mismo que cura, puede matar, como dice el dicho muy bien dicho. Y si mañana a cualquier idiota le da por intentar algo así con la viruela, puede generar una pandemia que riéte tu de la gripe A. A priori, ni los EEUU ni Rusia tienen actualmente activos programas de armas biológicas. Pero ¿queda alguien que se fie de ellos? Para que os hagáis una idea. Sobre 1980 se firmó un convenio entre EEUU y la URSS para no crear armas biológicas. Sin embargo en 1990, justo antes de que cayera el muro, Kent Alibek, el director del programa de armas biológicas de la URSS desertó a EEUU. Una vez allí, proporcionó al gobierno información sobre el desarrollo del programa soviético en los últimos 10 años, para estupor de los estadounidenses, que estaban convencidos de que la URSS se había detenido. Y no sólo no lo había hecho, sino que además... ¡iban mucho más avanzados que ellos mismos!
Como para confiar en alguien.
Virgencita, virgencita, nos quedemos como estamos.