sábado, 1 de mayo de 2010

La época nefanda en que vivimos

Decía el gran (aunque no precisamente por tamaño) Woody Allen, que en la época nefanda en que vivimos, la humanidad se encuentra ante la necesidad de elegir entre dos caminos: "uno conduce a la más absoluta desesperanza; el otro a la total extinción". Con este comentario, en el que Allen hace gala una vez más de su patológico optimismo, podríamos definir a la perfección el mundo que hoy tenemos entre manos. Entre crisis económica, terremotos, asesinos chinos de niños, huracanes, mareas negras... y gobiernos que, o bien no saben de dónde les viene el aire, o no quieren saberlo.
Vivimos en la era de las contradicciones. Un ejemplo... lo llaman día del Trabajo ¡y resulta que es fiesta! ¿Pero a dónde pretendemos llegar así? ¿Y qué fue del movimiento obrero? Hoy el Roto, en su viñeta del pais, asegura que terminó en atasco. Con cuatro millones seiscientos mil parados, no me extraña. Recientes estudios han demostrado que la cola del paro es el destino de vacaciones preferido por los españoles.
Y en mitad de todo esto, seguimos viendo la tele como si tal cosa. Con la que está cayendo. Quizá esperando a que escampe, o quizá esperando a que Dios sea justo y nos tire otro puñetero meteorito que acabe de una vez con el sufrimiento. O al menos que nos pegue una patada en los huevos a ver si se nos pasa de una vez el efecto de la anestesia y volvemos a reivindicar nuestro derecho a sentirnos como seres humanos, y no sólo como números y estadísticas en medio de una marea de visicitudes que se cocina en los despachos del piso 25 (y de ahí para arriba) de los grandes rascacielos. No quiero que mi vida dependa de Wall Street. Me la suda Standards&Poors (¿de dónde coño han salido? ¿por qué desconocíamos su existencia? ¿Por qué nadie les da una patada en el culo?). La macroeconomía es una bonita palabra a la que no quiero confiar mi futuro.
¿Quién coño nos robó nuestro derecho a ser personas?

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