lunes, 31 de mayo de 2010

Tus microbios, la mejor prevención.

Recientemente, investigando para mi trabajo de fin de (mierda de) máster, he tenido la suerte de toparme con un artículo sobre la Hepatitis G, que me ha resultado bastante sorprendente. La hepatitis G es una "presunta" enfermedad causada por un virus vagamente similar al de la hepatitis C. Y digo "presunta" porque aún está por demostrar que realmente cause enfermedad y no se limite simplemente a estar ahí, reproduciendose felizmente en nuestro hígado y sin hacer mal a nadie. En poblaciones occidentales afecta a al menos al 2% de los individuos.
Pues bien, recientes estudios han venido a indicarnos que la presencia crónica de este virus, aparentemente inofensivo en nuestro organismo, puede ser un factor determinante en lo que llamamos VIH+ no progresivos, es decir, personas infectadas por el VIH, pero que no desarrollan el SIDA, o lo desarrollan muy lentamente (abro un paréntesis para señalar que no es lo mismo tener el virus, que desarrollar la enfermedad).
Todo parecer ir por el camino de que la presencia de el virus de la hepatitis G, parece estimular el sistema inmune de tal modo que incrementa los niveles de determinados tipos de células y de determinados mensajeros químicos, que ponen al individuo en una mejor posición para luchar contra el VIH y ralentizar el avance de la enfermedad.
Así pues, no deja de ser curioso como la infección por un virus puede ser útil contra las nefastas consecuencias de otro. Y no es un caso aislado. Está más que demostrado que la mejor barrera del cuerpo humano contra las infecciones gastrointestinales reside en la propia flora natural del intestino, esencialmente por dos razones: la primera es puramente física, y es que si toda la superficie del intestino está ocupada por microorganismos, es casi imposible que otros se puedan establecer; la segunda es de tipo competitivo, y es que si un mo está muy cómodo con su ración diaria de nutrientes, va ha hacer todo lo posible para evitar que venga otro a ponerse al lado y robarle la comida (en esto se parecen a nosotros, animalicos...)
Lo mismo ocurre en la vagina femenina, o en la boca, o en la faringe, o en la propia piel. Nuestros propios microorganismos son la mejor defensa contra el resto.
Como hecho curioso, aunque en este caso no se trate de un microorganismo, aquellos individuos que presentan anemia falciforme (un tipo de anemia de origen genético y relativamente común), presentan bastante más resistencia contra el paludismo que un individuo normal, ya que el parásito que provoca la enfermedad es incapaz de infectar los glóbulos rojos defectuosos.
Y ver esto, me lleva a una reflexión, que es... tener el virus de la hepatitis G representa una ventaja evolutiva frente a no tenerlo. Quizá dentro de unos miles de años, se haya convertido en un habitante habitual de nuestro organismo y ya no lo consideraremos una infección, del mismo modo que no consideramos infección a los organismos presentes en nuestra uretra. Y esto lleva a otra cuestión... esos organismos que hoy forman parte indispensable de nosotros... ¿fueron algún día nocivos? Quizá lo fueron, pero también nos daban ventajas, y con el paso de los años, fue potenciándose la relación beneficiosa en detrimento de la negativa.
Es una cosa muy curiosa la evolución.

1 comentario:

  1. Hummm... es curioso, pero todo esto me ha hecho pensar en nuestros políticos...

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