jueves, 22 de abril de 2010

Villalar

Feliz día de los comuneros (sí, sí, ya sé que es mañana, pero mañana no sé si podré entrar y escribir).
Bueno, de entrada un poquito de historia.
La revuelta de los comuneros tuvo lugar entre los años 1520 y 1522, y sobre ella subsisten varias interpretaciones, que oscilan entre quienes la consideran la primera de las revoluciones burguesas y quienes la consideran un alzamiento retrógrado y de caracter casi totalmente localista. Sea como sea, el caso es que tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, Castilla queda en una situación casi de desgobierno que se arrastra hasta que en 1516, el emperador Carlos I, reclama su papel de heredero y se corona en flandes. Un año más tarde, llega a Castilla sin hablar apenas castellano y con un séquito y una corte de extranjeros bastante cerrada, que inmediatamente despierta el recelo de los nobles castellanos que se veían perdiendo influencia rápidamente. Este recelo se va transmitiendo a las capas populares (ya sabéis cómo somos en castilla, celosos de nuestros señores hasta la muerte) y cuando en 1520 el rey se marcha a Alemania y nos deja como regalito una subida de impuestos para pagarse los gastos de su coronación, se producen alzamientos en varias ciudades del reino, que desembocan en una guerra abierta. Los comuneros, se llamaban así por estar dirigidos por líderes locales, principalmente hombres de leyes, comerciantes y artesanos, y en un principio al menos, reivindicaron autonomía para las ciudades castellanas en un régimen similar al que tenían muchas ciudades-estado del mediterráneo. Como esto no cuajó, decidieron ofrecer su lealtar a Juana la Loca, quien pasó bastante de ellos. Tras ello, se organizaron en una Junta, con representación de las ciudades que participaban en el alzamiento, y cuya capital, con las sucesivas derrotas se fue trasladando de Toledo a Ávila, luego Tordesilla y finalmente Valladolid. Poco a poco algunas ciudades, como Burgos, dieron marcha atrás y devolvieron su apoyo al emperador. Y por fin, un 23 de abril de 1521, las tropas imperiales destrozaron al ejército comunero en Villalar, y allí mismo dieron muerte a los tres principales líderes del movimiento: Juan Bravo (perteneciente al patriciado de Segovia), Juan Padilla (hidalgo toledano) y Francisco Maldonado (primo de Pedro Maldonado, regidor de Salamanca). Menos de un año más tarde, el movimiento moría definitivamente en Toledo.
Las consecuencias fueron desastrosas para Castilla. Para empezar fue el triunfo de la monarquía autoritaria contra el sistema imperante hasta la fecha en el que el verdadero poder residía en la baja nobleza. Fue el triunfo del centralismo frente al reparto de poder que tenían los pequeños condados y ciudades hasta entonces. Y fue el principio del fin del dominio de Castilla la Vieja en la economía de la Corona Española. El rey mandó coser a impuestos a los ciudadanos de las ciudades rebeldes para indemnizar de los gastos de la guerra a los nobles y ciudades que se mantuvieron fieles a él.

Y de ahí a 1976, día en que se celebra por primera vez la conmemoración de la batalla, principalmente como un acto autonomista por la libertad, la democracia y para reivindicar el autogobierno de la región. Pero de eso no voy a hablar, sino que os remito a un fantástico artículo (aunque un poco sesgado hacia la derecha, para que negarlo) del Norte de Castilla:
http://www.nortecastilla.es/v/20100422/castilla-leon/anos-reivindicacion-fiesta-comunera-20100422.html

Y eso es todo. Hace 489 años parece ser que nos miró un tuerto y Castilla ha perdido todas las batallas desde entonces.

1 comentario:

  1. Justo y preciso resumen histórico. Ésta es la Castilla que nos ha tocado -y que nos hemos creado-, "siempre añorando una Junta o esperando un capitán", la Castilla acosada y derribada, la Castilla en constante decadencia, la Castilla herida pero inmortal, la Castilla cuyos caminos huelen a polvo, sangre y hierro... Esa Castilla sin la que no seríamos como somos los que somos como somos, los que la amamos y odiamos a partes iguales.

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