martes, 13 de abril de 2010

El lamentable espectáculo del sábado

Ni Cristianito, ni el pipita, ni nadie. Por no jugar no jugó ni casillas, que tiene delito. Y yo en casa, hirviéndome la sangre y echando pestes de que el Madrid no fuera capaz de ganar al Barsa ni por mi cumpleaños. Y encima teniendo que aguantar los olés y los viscas de una muchedumbre enardecida que tomó las calles de este triste lugar al asalto cuando quedó claro que habían conseguido humillar una vez más al Madrid en el Bernabeu. No quiero pensar cómo estaría Barcelona y la plaza Canaletas, si tenemos en cuenta que aquí tuvo que salir la policía a la calle y cortar la rambla para que la gente pudiera celebrar que habían vuelto a ganar en el feudo enemigo. Muy a mi pesar, claro, que, cabizbajo y apesadumbrado caminaba echando pestes por la calle de Messi, de Guardiola y de la madre que los parió a todos. Yo que me había hecho la ilusión de poder ser un triunfal infiltrado en territorio hostil, de repente me había convertido en un paria, un desertor avergonzado de haber hecho bandera de un bando que había resultado ser tan justamente perdedor.
Y para colmo, el Salamanca perdía, y se metía en descenso.
Maldita sea... el mundo se derrumba. Voy a ver si elijo un sitio bonito y me construyo una ermita.

2 comentarios:

  1. Anda, no sabía yo que te gustaba el furgol

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  2. Pues claro. ¿Y lo bonito que es hablar de furgol y olvidarse por un rato de la economía?

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