domingo, 4 de julio de 2010

Los leones del congreso

Y allí estaba yo, bajando por la castiza y emblemática Carrera de San Jerónimo, respirando el olor de la historia, y el de la conocida nube de polución, bajo un calor de 35 grados a las 2 de la tarde, cuando de repente... ¡Albricias! ¡El Congreso! Un repentino sentimiento de amor patrio y de orgullo nacional me invade sin venir a cuento, de modo que hincho el pecho y con la chulería propia que da el saber que como ciudadano español, esa es tu casa, y que si no entras es porque no quieres, paso por delante de los 3 o 4 nacionales que se ocupan de recordarte amablemente de que, efectivamente, tu NO quieres entrar. Así que todos contentos.
Lamento que el cabrón del concejal de urbanismo se haya cargado los bonitos árboles que antes había allí delante, dejando un bonito desierto de hormigón, y procedo a examinar con detalle el edificio, y sus archiconocidos leones.
Estos leones fueron esculpidos en 1877 a partir del bronce de varios cañones incautados a los rebeldes marroquíes en la batalla de Wad-Ras, que puso fin a la casi anónima Guerra de Africa que por aquel entonces librábamos. En honor de los héroes del 2 de mayo, se les llamó Daoiz y Velarde, aunque los ciudadanos de la villa, siempre tan cañís, tuvieron a bien rebautizarlos como Benavides y Malospelos, Dios sabrá por qué. Y bueno, pues ahí están. Bonitos, regios, amenazantes... y... ¡diantres! ¡No puede ser! ¡Cielos! ¡Pero si cada uno mira en una dirección opuesta! Carajo con los leones, que bien cogida le tienen la medida a la política de este pais. Boníta metáfora de las dos españas. Vaya, parece como si habiendo salido casi de la misma fragua, apenas se soportaran y por esa razón evitaran mirarse. Y entonces se me saltó una lagrimilla... animalicos... qué bien imitan lo que ven todos los días.

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