miércoles, 30 de junio de 2010

Meterse con el público

Leyendo ciertas "encuestas" que reflejaban la opinión de un selecto grupito de personas acerca de mi obra "Manual abreviado del perfecto budista", he encontrado la siguiente observación, a la que me dispongo a dar réplica, porque atañe directamente a una de las cuestiones que yo considero fundamentales en mi forma de ver el arte en general y el teatro en particular. Y al hilo de eso, aprovecho y las cuento.
La observación en concreto dice:

"Meterse con el público ¿por qué? ¿para qué? Si vais a dar lecciones morales entonces bajar un micrófono y una azafata al patio y se hace un turno de réplica"

A lo cual, respondo:
1.- En la propia obra, en una de las múltiples interpelaciones al público se dice literalmente:

"Cuestionen a quien les dé lecciones de moral. Pueden empezar por cuestionarnos a nosotros"

Creo que con eso, debería quedar patente mi intención. Yo os voy a contar esto, pero "esto" es MI opinión. Si queréis una, os hacéis la vuestra.

2.- Y aquí viene lo realmente interesante.
Cuando das una lección de moral tan obvia y de un modo tan agresivo como lo hacemos nosotros, creo que lo que consigues es una reacción de rechazo del espectador, que se siente agredido con eso y lógicamente quiere réplica. Se establece así algo casi desauciado del teatro moderno, que es el diálogo con el público. Como el espectador no puede replicar, se la guarda, y mentalmente busca posibles respuestas. Y eventualmente, pudiera incluso ocurrir que encuentre alguna. Con esto habremos obrado el milagro de haber creado una obra de arte y no un simple producto de consumo.
Por todo ello creo que el arte debe ser agresivo y debe ser obvio. Pasó el tiempo de sutilezas. Seamos claros, digamos las cosas como las pensamos y retemos al espectador a ponernos un pero, si es que puede. Y con un poco de suerte, podrá. Y entonces haberse subido a un escenario servirá de algo.
Otra cosa que todo el mundo critica son los faros supercutres que tiene pintados nuestra autocaravana. Pues a mi me gustan. Porque si la gente se para a pensar lo cutre que son los faros, entonces no cae en la trampa del realismo, sino que al estar evaluando un hecho metateatral, es consciente de que lo que se le plantea es una ficción, y no cae en la comodidad de dejarse llevar por la historia hacia donde el autor o el director quieran.
No se me ocurre nada más genial que el público salga diciendo que él no habría hecho esto de tal o cual manera. O que si él fuera el personaje no reaccionaría así. O que creía que pasaría esto otro. O...

1 comentario:

  1. Tio.. es que ni puta idea de escribir una obra de teatro... te lo vengo diciendo en los ensayos y tu nada... eso y que no gastamos en producción. Los faros tio, los putos faros... y luego pasa lo que pasa.

    Lo que vende son los finales tipo LOST y los efectos especiales.

    Luque tenía que ser el único vivo, y el resto ser los muertos, por que han tenido un accidente con la caravana se ha estrellado y el unico que ha sobrevivido es Luque, y el resto siguen haciendo el viaje en su mundo paralelo... si ya lo dice Guyo.. "embadaja de islamabad, España". Nunca es la "embajada de españa en islamabad" noooo.

    La historia del epilogo no es mas que un flash-sideward-forward de esos que se sacaron de la manga en LOST, de "que habría ocurrido si no hubiesen palmado".

    Y el humo negro... el humo negro vende. La caravana tenia que echar humo negro cuando se estropea a traves de los faros del coche. PRODUCCIÓN!!.

    ¡¡¡Aprende a escribir hombre!!!

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